No es un secreto que cada
vez que cierro los ojos
la imagen de tu figura viene a mi mente,
y no quieras
saber el número de veces que cierro los ojos a lo largo del día.
Que cada vez que escucho
una canción, todos los estribillos hablan de ti,
aunque tu no lo sepas.
Incluso el viento se atreve, en los otoños más gélidos,
Incluso el viento se atreve, en los otoños más gélidos,
a susurrar tu nombre en mi oído
los días que me dedico a aplastar
hojas secas por el parque.
Aplastar, curiosa
palabra, así quede más o menos yo.
Que intento huir unas 623
veces por semana, y tome el camino que tome
siempre termino sentada en ese
estúpido banco medio roto frente a tu ventana.
¡Qué estúpida! Como si
fueras a volver a asomarte alguna vez más a esa ventana…
No es un secreto que te
quise, como nunca nadie lo había hecho, y como
ya nunca nadie lo hará. Que me
quisiste, el primero, y por ahora, el último.
No es un secreto que te
extraño, como la luna echa de menos al sol cada día.
Como el polo norte al polo
sur. Como el otoño a las margaritas.
Sabiendo que estás ahí, sin estar.
Qué difícil cuando esos recuerdos quieren seguir, aunque ya no vayan a ningún lado... Qué decir si ya he estado en esos zapatos. Se quedan aquí dentro y nos quitan las fuerzas, nos dejan sin poder hacer nada, solo pensar y pensar y esperar a que quieran irse, a que el viento o el tiempo se los lleve.
ResponderEliminarSe vale estar estar unos días triste.
Pero es un gustazo saber de ti Olivia. Un abrazo.