jueves, 28 de abril de 2016

Día XII




Como la luz de la mañana colándose por los agujeros de tu persiana. Así, sin avisar, 
sin siquiera llamar.

La primera gota de lluvia que cae sobre tu frente preludio de una tormenta. Sin paraguas 
y sin prisa.

Tu canción favorita a todo volumen en una carretera con muchas curvas. De esas que 
sobran en la Costa Brava, de las que no tienen final.

Los cinco segundos antes del click que suelta el vagón de la montaña rusa. El vagón al 
que no querías subirte 10 minutos antes y para el que tuvieron que estar convenciéndote
desde que saliste de casa.

Beber granizado de limón en pleno invierno. Del tirón. Porque a no sé quién, en no sé qué
momento, le pareció una magnífica idea.

O los primeros acordes de Thunderstruck, que sabes que te van a hacer gritar y saltar estés
en medio de una fiesta o en medio de una calle. Inevitable.

Así fue conocerte, intentar resistirme, pero no pensar. Sabiendo que me arriesgaba a enamorarme 
del momento. Arriesgar todo por ti. Lanzarme de cabeza y sin chaleco salvavidas. 


Claro que puedes enamorarte de personas y de lugares, pero te aconsejo que no te olvides 
de los momentos.

Enamórate con todas tus fuerzas de los momentos. 

Estamos hechos de ellos. 













3 comentarios:

  1. Exacto. Hay que enamorarse hasta las trancas, sin tener miedo.

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  2. Muy bonito. Comparaciones detalladas que te hacen pensar, o por lo menos, a mí me han hecho pensar. Buen trabajo ;D

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  3. Hay momentos que son el amor de nuestra vida, momentos, pequeños detalles que te dejan sin palabras... De esos debemos enamorarnos a diario. Besos bonita.

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