jueves, 22 de septiembre de 2016

Día XVIII




Al igual que los gatos, con sus siete vidas, ella tenía siete corazones.
La habían hecho así a propósito, porque nació pequeñita y casi sin fuerzas para respirar y pensaron
que de esta forma viviría mucho más.
Pero a los veintidós años, ya había perdido cinco de sus siete corazones.


El primero lo regaló joven, a los dieciséis años conoció a Al, que tenía un sólo corazón, pero iba a 
necesitar muchos más en el viaje que emprendía. Así que ella, como amiga, le regaló uno de sus siete 
corazones y un poquito del amor que le quedaba en los otros seis. Al prometió que a su regreso le 
devolvería su corazón, más fuerte que nunca. Al nunca se rindió. Y tampoco volvió. A veces todo 
no es suficiente.


Con esto, su segundo corazón se resquebrajó un poco, pero siguió aguantando. A los diecinueve años,
en el asiento trasero de un Ford Fiesta blanco, alguien que hoy en día sólo es un recuerdo pero que 
por aquellos entonces lo era todo, la dijo: “lo siento, ya no te quiero”. Fue aquí donde perdió su 
segundo corazón. Era imposible repararlo, había explotado y toda la ciudad estaba llena de pedacitos.

En este momento se prometió cuidar sus corazones todo lo que pudiese, pero a los veinte años su 
abuela se fue de su lado con un billete de ida en el bolsillo, pero sin billete de vuelta. Está bien, ahora 
cuida de ella y de Al. Pero no pudo con tanta pena y su tercer corazón escapó por los ojos en 
forma de lluvia. Maldita sea, ahora que estaba decidida a cuidarse…

Pocos meses después fue su abuelo quien se llevó su cuarto corazón. En el fondo siempre había sido suyo.


Lo de su quinto corazón fue tan parecido a lo que le ocurrió al tercero como diferente. A los veintidós
años la ilusión la hizo olvidarse de cuidarlo, y otra huida sin avisar lo machacó dejándolo casi inútil. 
Pero esto no es todo, consiguió repararse, con mucha ayuda.
El problema es que ahora que arde por dentro se están derritiendo todos los besos con los que curó su
roto corazón. Y como no sabía qué hacer, decidió arrancárselo ella misma del pecho y tirarlo a la 
basura. Pesaba demasiado.


A ver si con el sexto tiene más suerte. A ver si aprende a cuidarse. A ver si lo alimenta con suficiente amor, su propio amor. 
Ya sólo le quedan dos corazones y toda una vida por delante. 











































1 comentario:

  1. Triste... Me pregunto... Hasta cuando seras suficiente nuestra capacidad para amar? Nunca perderemos la esperanza de que la próxima vez sera diferente?

    PD: en donde consigues esas imágenes? Son hermosas. :)

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