Creía en fantasmas y ovnis pero no quería saber nada del
amor, así que ahí estaba yo para
convencerla.
Llevo más de un año enseñándola que también es posible
levantarse por las mañanas con
una sonrisa en la cara, y no es necesario tomar
café antes, os lo prometo. Desde que toqué su
cama me levanto así cada día.
He intentado sacarla a bailar en más de una fiesta, sin que
sonase nuestra canción, claro.
Nosotros no tenemos de eso. Pero sigue
diciéndome que no está preparada, que prefiere
bailar con desconocidos.
Sólo nos hemos dado la mano una vez, fue accidental, por
supuesto, pero juraría que por un
momento vi una chispa en sus ojos.
Cada miércoles la regalo una margarita, solo una. Son sus
flores favoritas, pero me ha dicho
que si ve muchas juntas tendrá que salir
corriendo. Y aunque yo correría tras ella hasta el fin
del mundo, no quiero que
eso pase, porque sabe esconderse muy bien y estoy seguro de que
jamás volvería
a encontrarla. Así que solo una.
A veces me besa. A escondidas, como a ella le gusta.
Llevo más de un año intentando convencerla, y creo que
seguimos igual que aquel 29
de Octubre del 99. Yo calado hasta los huesos y
ella con un chubasquero amarillo
abrochado hasta los ojos.
También creo que si no fuese así, no sabría quererla.
Me ha gustado mucho la forma en la que hablas de ella. Espero leer más muy pronto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso.
ResponderEliminarUn beso enorme
Adoro como acabas este texto, te seguiré leyendo. Un abrazo!
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