jueves, 19 de enero de 2017

Día XXIII




Creía en fantasmas y ovnis pero no quería saber nada del amor, así que ahí estaba yo para 
convencerla.

Llevo más de un año enseñándola que también es posible levantarse por las mañanas con 
una sonrisa en la cara, y no es necesario tomar café antes, os lo prometo. Desde que toqué su
cama me levanto así cada día.

He intentado sacarla a bailar en más de una fiesta, sin que sonase nuestra canción, claro.
Nosotros no tenemos de eso. Pero sigue diciéndome que no está preparada,  que prefiere 
bailar con desconocidos.

Sólo nos hemos dado la mano una vez, fue accidental, por supuesto, pero juraría que por un 
momento vi una chispa en sus ojos.

Cada miércoles la regalo una margarita, solo una. Son sus flores favoritas, pero me ha dicho
que si ve muchas juntas tendrá que salir corriendo. Y aunque yo correría tras ella hasta el fin
del mundo, no quiero que eso pase, porque sabe esconderse muy bien y estoy seguro de que
jamás volvería a encontrarla. Así que solo una.



A veces me besa. A escondidas, como a ella le gusta.



Llevo más de un año intentando convencerla, y creo que seguimos igual que aquel 29 
de Octubre del 99. Yo calado hasta los huesos y ella con un chubasquero amarillo 
abrochado hasta los ojos.


También creo que si no fuese así, no sabría quererla. 



3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la forma en la que hablas de ella. Espero leer más muy pronto.
    Un abrazo.

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  2. Adoro como acabas este texto, te seguiré leyendo. Un abrazo!

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