domingo, 23 de abril de 2017
Día XXV
Por aquí todo el mundo lleva siempre prisa, pero no porque llegue tarde, sino por
costumbre. Entre codazos, pitidos, metros y semáforos no nos paramos a observar lo que
hay a nuestro alrededor. ¡Qué idiotas somos! ¿no?
Y en medio de tanto caos, silencio.
Una flor, el cantar de una golondrina, la risa de un niño pequeño, una pareja mirándose a
los ojos, ajenos a todo, ajenos a todos, un anciano dando migas de pan a las palomas, luz.
Y en medio de tanto caos, color.
Un quizás llamando a tu puerta, un suspiro, un despertar, una nueva emoción,
desayuno para dos, bumbum, una pequeña esperanza, amor.
Y en medio de tanto caos, magia.
Sus caderas contoneándose a ritmo de los Arctic, por el puente de Segovia, sin ninguna
prisa, absorbiendo cada rayo de sol y encendiendo cada mirada masculina a su paso, parece
que el ritmo amaina, que ya no hay prisas, que empiezan a escuchar e incluso se olvidan
hacía donde se dirigían. Olvidan la costumbre, adiós monotonía.
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