Tengo un gusano dentro de mí que se lo está comiendo todo.
Y pasa igual con la manzana más roja del frutero, no descubres lo podrida que está hasta
que la muerdes; no descubres lo vacía que me deja esto hasta que me ves de verdad.
Ya os he hablado de esta espiral en otros momentos a lo largo del diario de ojazos.
Ya os he contado del monstruo que te hunde y apaga la luz, aún sabiendo que le tienes
auténtico pánico a la oscuridad. Porque ese monstruo es quién mejor te conoce en
este puto multiverso que habitamos.
Me miro al espejo y ahí está,
mirándome,
animando al gusano a seguir cavando
animando al gusano a seguir matando.
Me susurra, me grita, me llora.
Y, joder, tanto silencio es ensordecedor.
Le odio con lo poco que queda de mí, lo odio con todo lo que deja sobrevivir;
odio que me grite
odio que me apague la luz
odio que me conozca tan bien
odio que me conozca tan vacía
odio que me conozca tan yo
La ansiedad, la ausencia, la asfixia.
El monstruo me sigue mirando, al otro lado del espejo
impertérrito, inmóvil...
¿cómo algo tan pequeño puede destrozar tanto y tan rápido?
Le miro, me ahogo, me asusto, me veo.
Y es que el monstruo soy yo misma.
Y es que el gusano ha terminado su trabajo.
Hola
ResponderEliminarlo prometido es deuda, aquí estamos para leer tu nievo blog
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo desde: administracion de fincas en marbella