jueves, 15 de marzo de 2018

Día XXXII



Decía Marta Aguadero que merecemos la gloria, y no la pena. 
Y vaya si la mereces.

Te he visto caer mil y una veces, derrumbarte y deshidratarte por cientos de razones. Te he 
visto gritar, llorar y patalear. He visto como faltaba el aire en tu cuerpo, como eras incapaz
de articular palabra, cuando no podías controlar el temblor y tus pupilas anunciaban una catástrofe 
natural que algún que otro meteorólogo catalogaría de monzón. 

Pero también te he visto levantarte, sin ayuda de nadie. He visto al huracán llevárselo todo 
por delante, y a ti en medio, dejando a la mismísima Escarlata O'Hara a la altura 
del betún mientras levantabas los brazos sin pedir auxilio, pero haciéndote ver, 
que sigues ahí, más viva y más fuerte que nunca. 
He visto como ganabas mil batallas, una a una, cuando decían que la guerra estaba perdida. 
Te he visto darlo todo, por todos, y lo más importante, sobre todo, por ti. Aunque 
ahora no lo recuerdes, te lo prometo, amiga, nadie te quiere más que tu. 

Te he visto bailar, reír, cantar a pleno pulmón y luchar cuando dábamos todo por perdido, 
cuando la tormenta estaba a la vuelta de la esquina y tu seguías creyendo que podíamos con
ello, que podías con ello. 

Así que créeme si te digo, que mereces la gloria. 
Y quítate toda esa pena de encima, que vamos a bailar de nuevo.
Incluso sobre volcanes a punto de estallar si es necesario. 








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